Si has trabajado alguna vez, te sentirás identificado con estas 8 creencias fundamentales que provienen directamente de los mejores directores generales. Compruébalo:
Hace unos años, entrevisté a algunos de los directores generales con más éxito del mundo para descubrir sus secretos de gestión. Aprendí que "lo mejor de lo mejor" tiende a compartir las siguientes ocho creencias básicas.
1. La empresa es un ecosistema, no un campo de batalla.
Los jefes medios ven los negocios como un conflicto entre empresas, departamentos y grupos. Construyen enormes ejércitos de "tropas" para dar órdenes, demonizan a los competidores como "enemigos" y tratan a los clientes como "territorio" que hay que conquistar.
Los jefes extraordinarios ven los negocios como una simbiosis en la que la empresa más diversa tiene más probabilidades de sobrevivir y prosperar. Crean de forma natural equipos que se adaptan fácilmente a nuevos mercados y pueden formar rápidamente asociaciones con otras empresas, clientes… e incluso competidores.
2. Una empresa es una comunidad, no una máquina.
Los jefes medios consideran que su empresa es una máquina en la que los empleados son engranajes. Crean estructuras rígidas con normas rígidas y luego intentan mantener el control "tirando de palancas" y "dirigiendo el barco".
Los jefes extraordinarios ven su empresa como un conjunto de esperanzas y sueños individuales, todos conectados a un propósito superior. Inspiran a los empleados para que se dediquen al éxito de sus compañeros y, por tanto, de la comunidad -y de la empresa- en general.
3. La gestión es servicio, no control.
Los jefes medios quieren que los empleados hagan exactamente lo que se les dice. Son hiperconscientes de todo lo que huela a insubordinación y crean entornos en los que la iniciativa individual queda aplastada por la mentalidad de "esperar a ver qué dice el jefe".
Los jefes extraordinarios establecen una dirección general y luego se comprometen a obtener los recursos que sus empleados necesitan para hacer el trabajo. Empujan la toma de decisiones hacia abajo, permitiendo que los equipos formen sus propias reglas e interviniendo sólo en caso de emergencia.
4. Mis empleados son mis iguales, no mis hijos.
Los jefes medios ven a los empleados como seres inferiores e inmaduros en los que sencillamente no se puede confiar si no están supervisados por una dirección patriarcal. Los empleados toman ejemplo de esta actitud, gastan energía en parecer ocupados y en cubrirse las espaldas.
Los jefes extraordinarios tratan a cada empleado como si fuera la persona más importante de la empresa. La excelencia se espera en todas partes, desde el muelle de carga hasta la sala de juntas. Como resultado, los empleados de todos los niveles toman las riendas de sus propios destinos.
5. La motivación procede de la visión, no del miedo.
Los jefes medios ven el miedo -a ser despedido, al ridículo, a la pérdida de privilegios- como una forma crucial de motivar a la gente. Como resultado, tanto los empleados como los directivos se paralizan y son incapaces de tomar decisiones arriesgadas.
Los jefes extraordinarios inspiran a la gente a ver un futuro mejor y cómo formarán parte de él. Como resultado, los empleados trabajan más porque creen en los objetivos de la organización, disfrutan de verdad con lo que hacen y (por supuesto) saben que compartirán las recompensas.
6. El cambio equivale al crecimiento, no al dolor.
Los jefes medios ven el cambio como algo complicado y amenazador, algo que sólo hay que soportar cuando la empresa está en una situación desesperada. Inconscientemente torpedean el cambio… hasta que es demasiado tarde.
Los jefes extraordinarios ven el cambio como una parte inevitable de la vida. Aunque no valoran el cambio por sí mismo, saben que el éxito sólo es posible si los empleados y la organización adoptan nuevas ideas y nuevas formas de hacer negocios.
7. La tecnología ofrece capacitación, no automatización.
Los jefes medios se adhieren a la vieja visión centrada en las TI de que la tecnología es principalmente una forma de reforzar el control de la gestión y aumentar la previsibilidad. Instalan sistemas informáticos centralizados que deshumanizan y antagonizan a los empleados.
Los jefes extraordinarios ven la tecnología como una forma de liberar a los seres humanos para que sean creativos y establezcan mejores relaciones. Adaptan sus sistemas de back-office a las herramientas, como teléfonos inteligentes y tabletas, que la gente realmente quiere utilizar.
8. El trabajo debe ser divertido, no un mero esfuerzo.
Los jefes medios se tragan la idea de que el trabajo es, en el mejor de los casos, un mal necesario. Esperan plenamente que a los empleados les moleste tener que trabajar y, por tanto, tienden a definirse inconscientemente como opresores y a sus empleados como víctimas. Todo el mundo se comporta en consecuencia.
Los jefes extraordinarios ven el trabajo como algo que debería ser intrínsecamente agradable, y creen por tanto que la labor más importante del directivo es, en la medida de lo posible, colocar a la gente en puestos que puedan y vayan a hacerles verdaderamente felices.
Obtenido de Internet. FUENTE DE VENTAS | Geoffrey James
23 abr 2012
http://www.inc.com/geoffrey-james/8-core-beliefs-of-extraordinary-bosses.html